Cada vez somos más los aficionados a recorrer y disfrutar del encanto , de la magia y de la gente que se instala en los mercadillos para vender todo tipo de artículos.
A mí, personalmente me encantan los de la calle.El poder moverme con libertad en un espacio abierto sin saber lo que me voy a encontrar un poco más adelante me hace estar alerta buscando y rebuscando cosas.
Lo mejor, por supuesto, es ir con tiempo. Darte una primera vuelta para echar ese vistazo general para ver lo que te llama la atención y ya después pararte con calma examinando las piezas que te parecieron más apetecibles.
Esto también tiene sus inconvenientes. Te puede pasar que cuando regresas a ver algo...ya desapareció. Pero bueno, otras veces compras tú algo en lo que se habían fijado otras personas.
Te puedes encontrar de todo, desde el juguete más insignificante hasta esa pieza que resulta ser una verdadera joya.
Rebuscar entre los libros y revistas antiguos, encontrar esa pieza vintage por la que te va a preguntar todo el mundo cuando la llevas puesta, conseguir esas piezas de cristal ó porcelana que sabes que te van a gustar toda la vida y que no las vas a ver en casa de tus amigos porque son piezas especiales, ver ese mantel de hilo ó de lino bordados a mano y que siguen siendo una maravilla, ese mueblecito que no dabas encontrado para un rincón especial de tu casa, un bolso de la abuela que estás deseando estrenar en tu próxima salida, el espejo que va a presidir el mejor espacio de tu vida y un sinfín de cosas más.
Me gusta ver que , al igual que pasa en los mercadillos lo veo en mi tienda con más frecuencia, cada vez hay más gente joven que disfruta muchísimo este tipo de sitios. Incluso niños que comparten la misma afición que sus padres y que desde pequeños ya van aprendiendo a valorar las piezas especiales y que también se preocupan por ir conociendo un poco su historia.
Esto me gratifica mucho.
También, mucha gente mayor, descubre de cuanto material se deshicieron, regalaron ó tiraron por no valorar ni material ni sentimentalmente muchas de las cosas que habían formado parte de su vida.
Echo de menos todo esto, tanto el visitar los mercadillos como el poder venderos en la tienda todas esas cosas tan apetecibles pero estoy convencida que pronto y dando pasitos poco a poco, todos estaremos ahí con toda la fuerza del mundo.
Este episodio también nos enseñará a valorar muchas cosas y lo que merece la pena el tener algo que llene un trocito de tu vida y no comprar por comprar.
Con mucha ilusión y muchas ganas de volver a estar con vosotros os invito a la próxima entrada del blog que será muy prontito y tendrá novedades.
Mucho amor para todos. Se os quiere y se os echa de menos.
« algo que llene de [su] vida » passer par votre boutique, pas le moindre de mes merveilleuses surprises lors de la découverte de Betanzos sur le Chemin Anglais. J’aurais bien « adopté » d’autres photos, des livres, de menus objets, fouiné encore, mon sac à dos ne me le permettait pas. Merci aussi d’avoir pris le temps d’un échange chaleureux avec moi. Élise